Nuestro Taller de Lectura Compartida continua su andadura y quienes tenemos la fortuna de participar en él nos sigue proporcionando momentos de placer de disfrutar con los libros.
Como parte de los trabajos del Taller, habíamos leído el libro “La velocidad de los jardines” del escritor madrileño, de Carabanchel, Eloy Tizón. Gracias a su cercanía con la coordinadora Clara Redondo, tuvimos la oportunidad de contar con si presencia y preguntarle sobre las narraciones que contiene y su forma de practicar el arte de la escritura.
Aquí tenéis la crónica de nuestro taller del día 20 de junio:
Eloy Tizón ha sido todo un descubrimiento para mí. Gracias a nuestra profesora del Taller de Lectura Compartida, Clara Redondo, lo he podido conocer.
Paloma Palacín
Ayer Eloy vino a charlar con nosotrxs, al local de la Asociación Vecinal de Campamento y, efectivamente, coincide el libro con la persona.
Un libro tan maravilloso y poético como “Velocidad de los Jardines” tenía que haber sido escrito por alguien tan sencillo, humano, cercano y sobre todo sensible.
A quien le guste la poesía le gustará este libro, a quien busque que se lo den todo masticado, probablemente no.
Sus relatos, yo los definiría como prosa poética. Todo el libro está impregnado de una ternura melancólica. Como él mismo dijo, él busca la belleza en sus escenas y en sus personajes. A la hora de escribir tiene que tener clara la voz del personaje, una vez que ha encontrado la voz puede ponerse a ello, y lo demás va viniendo solo.
Una imagen te lleva a otra, aunque a Eloy no le gusta contarlo todo, sino dejar que la imaginación llene los espacios en blanco, que el lector sea activo en su tarea de completar los relatos. Él escribe movido por un ritmo, el “beat”, que llamaba Cortázar.
Influenciado por el cine, la música, la poesía, la pintura, sabe crear ambientes, donde no solo lo que se ve es importante, también lo que se oye, lo que se saborea, lo que se siente. La luz siempre está presente en su obra, la luz de lo que nace y que no muere nunca, ya que estos relatos de Eloy Tizón se han convertido, yo creo, en universales. Cuando un libro se hace famoso no por sus ventas sino por el boca a boca, por la sensibilidad de cada lector que ha sabido mantenerlo ahí, en lo más alto.
La tarde terminó con la visita de Fernando Argüello, hermano del grafitero Muelle, al que Eloy menciona en su maravilloso prólogo. Hubo una energía especial en este encuentro, las preguntas fluyeron. Todo el mundo estaba como poseído por un halo especial que desprendía Eloy y sus palabras.
Solo espero que el curso que viene podamos leernos otro libro de él, y que vuelva a visitarnos, lo de ayer hay que repetirlo.
Gracias a todos los que estuvisteis allí, gracias a Clara por permitir este encuentro y por su sensibilidad tan parecida a la de Eloy, gracias a Fernando Arguello, y gracias a Eloy por su generosidad y simpatía.
Al final las grandes personas son las más sencillas.